Deflación, la nueva amenaza
El indicador adelantado del IPC sitúa su variación anual en un 0,4%, de confirmarse esta cifra habría aumentado cinco décimas respecto a marzo, -0,1%.
¿Supondría esto que hemos estado en deflación? No, según el FMI (Fondo Monetario Internacional), para que se produzca hay que estar, por lo menos, dos semestres con una bajada generalizada y prolongada del nivel de precios de bienes y servicios.
La deflación nos sobrevuela, eso está claro, son muchas las voces de alarma que nos están llegando, sobre todo del FMI y sus consecuencias son muy negativas puesto que se corre el peligro de entrar en una espiral con difícil salida.
En situaciones deflacionarias, se produce un exceso de oferta de productos y los precios bajan para animar el consumo del stock. En paralelo, el consumidor percibe que comprar mañana será más barato que hoy, por lo que pospone su decisión de compra, ante esto las empresas fabrican menos, se traduce en menos mano de obra, con lo cual se incrementa la tasa de desempleo, por lo que menor capacidad para comprar, exceso de oferta, los precios bajan más, ... Esto es una simplificación de lo que ocurre en esta situación económica.
El ejemplo más claro de los peligros de una deflación lo tenemos en Japón, al país nipón le costó salir de la misma muchos años, curiosamente también empezó tras estallar una burbuja inmobiliaria a principios de los 90 y también estuvo acompañada de un sistema financiero muy tocado. En aquel momento su Banco Central decidió subir los tipos de interés, sin embargo no fue hasta que inyectó gran cantidad de dinero, para lo cual se tuvo que endeudar enormemente y bajó los tipos de interés que la economía no se empezó a reactivar con un aumento de las inversiones y una disminución del desempleo.